Resumen
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada.
¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo.
Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella.
El destino había unido a las dos personas con profundos secretos.
¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad.
¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
Capítulo 1 Engaño
“Ya me entregué a ti. ¿Por qué no rompes con Janet?”, preguntó la mujer con voz seductora y sin aliento, quien estaba semidesnuda sobre un hombre.
“No menciones su nombre cuando nos estemos besando”, replicó él, y estaba tan excitado que le apretó los senos y gruñó de placer.
Ella parecía insatisfecha porque no había obtenido la respuesta que quería. “¡Ella no es más que una simple adoptada! Incluso nuestro perro tiene una posición más importante en la familia que ella. ¿Qué tiene de bueno siquiera?”.
Pese al reproche, el hombre no dijo nada; en cambio, la agarró por la cintura y se empujó con más fuerza dentro de ella, haciéndola gritar y gemir su nombre.
Parada frente a la puerta, Janet Lind escuchó lo que provenía desde dentro de la habitación, y sus ojos cansados se volvieron fríos cuando entendió lo que estaba sucediendo.
Ella acababa de regresar del hospital.
Hannah, quien había criado a Janet desde que era una pequeña niña, fue diagnosticada con cirrosis hepática avanzada tres meses atrás y necesitaba un trasplante de hígado lo más pronto posible. Janet tuvo que comenzar a reunir el dinero para pagar los gastos médicos de la mujer.
Para empeorar su situación, ahora resultaba que su hermana menor se había enredado con su novio. Definitivamente ella sentía que su vida se estaba desmoronando.
“¿Me oíste? Tienes que decirme tu decisión esta noche. Es ella o yo”, dijo Jocelyn Lind con cierto desespero al tiempo que le daba un golpe en el pecho a Steve Carter.
En ese momento, Janet abrió la puerta de una patada y miró a la pareja. “Déjame ahorrarte el problema. Él es solo un hombre cualquiera, así que puedes quedártelo si quieres”.
Aunque ella sonaba indiferente, tenía el corazón roto al ver a su novio engañarla con su hermana.
Steve era su compañero de clase de la universidad y un hombre guapo que provenía de una familia rica.
Él había estado detrás de Janet durante tres años y le confesó su amor nuevamente justo antes de que se graduaran.
Aquel momento se desarrolló en el patio de su universidad. Había mucha gente alrededor, y casi todos los estudiantes habían presenciado la romántica escena, por lo que los vitorearon hasta que Janet finalmente accedió a ser su novia.
El dolor de la traición fue duro para ella, y mirando a las dos personas que tenía enfrente ahora, apretó los puños, clavándose las uñas en la carne.
Steve empujó apresuradamente a Jocelyn, se puso los pantalones y salió de la cama.
Ante eso, Jocelyn casi se cayó, y las palabras de Janet habían encendido su ira.
Ella se había esforzado mucho en conquistar a un hombre rico y guapo como Steve.
A diferencia de ella, Janet se había ganado su corazón sin hacer nada, y eso la enfurecía más.
Aparte de todo, Janet era solo una hija adoptiva.
“¿Qué demonios dices? Suenas como si hubieras dejado a Steve. ¡Él es quien te está dejando, perra!”, espetó Jocelyn burlona mientras se cubría con la colcha. Dirigiendo su mirada a Steve, le preguntó: “¿Qué me dijiste hace un momento? ¡Díselo a Janet!”.
Steve se había acostado con ella por puro impulso, pues ella lo había seducido y él perdió el control de sí mismo.
Entonces, poniéndose de rodillas, agarró la muñeca de Janet y suplicó: “Por favor, perdóname. No sé en qué estaba pensando”.
Pese a las lágrimas en sus ojos, Janet lo miró con disgusto. Y es que una vez que ella se proponía algo, nadie podía cambiarlo.
Enseguida retiró su mano del agarre de Steve. “Lo siento, pero no quiero nada que esté manchado por Jocelyn. Ustedes dos son una pareja perfecta, así que rompamos”.
Jocelyn quedó sorprendida y enojada, porque Steve estaba al borde de un colapso, pero no había ni el más mínimo rastro de tristeza en el rostro de Janet.
Lo cierto era que ella no tenía el tiempo ni las ganas de hablar con la pareja desvergonzada.
Jocelyn siempre había competido con Janet desde que eran niñas, y disfrutaba quitándole todo lo que le pertenecía, de modo que solía arrebatarle los juguetes a Janet. Ahora que habían crecido, también le arrebató a su novio.
Se podía decir que Janet estaba acostumbrada, y ahora solo estaba preocupada por los gastos médicos de Hannah.
Justo cuando estaba a punto de irse, escuchó pasos en el pasillo.
“Es muy tarde. ¿Qué es todo ese ruido?”.
Los padres adoptivos de Janet, Bernie Lind y Fiona Duncan, se acercaron apresuradamente al escuchar la conmoción.
Bernie fue el primero que entró en la habitación, y sus ojos se abrieron con horror cuando vio a su hija sentada en la cama sin nada encima excepto el edredón que la envolvía. “¿Qué demonios estás haciendo? Te vas a casar pronto. ¿Qué haces con otro hombre?”, gritó.
Jocelyn se abrazó a sí misma, miró a su padre con los ojos enrojecidos y apretó los dientes para reprimir su rabia.
La familia Lester y la Lind tenían un acuerdo para casar a sus hijos cuando crecieran. El prometido de Jocelyn era un hijo ilegítimo, y los Lester lo había expulsado de la casa mucho tiempo atrás, de modo que era pobre, y por si eso fuera poco, ni siquiera tenía un trabajo decente. Él era solo un holgazán que perdía el tiempo sin hacer nada, y obviamente ella no quería ser su esposa.
Ella definitivamente sentía que se merecía a alguien mejor que él.
“¡Estoy embarazada!”, gritó de pronto, señalando a Steve. “Llevo su hijo en mi vientre, así que no puedo casarme con nadie más. Será mejor que cancelen la boda”.
Steve quedó estupefacto, pues se había acostado con Jocelyn solo unas pocas veces. ¿Cómo podría haber quedado embarazada?
“¡Eso es absurdo! ¡Debes casarte con alguien de la familia Lester!”, exclamó Bernie, echando humo de rabia. Él quería abofetear a Jocelyn por actuar como una estúpida.
Es decir, la boda era una cuestión de prestigio para él. ¿Qué les podría decir a los Lester si preguntaban el motivo de la cancelación de la boda?
En ese momento, Fiona se paró protectoramente frente a su hija, pues siempre era así con ella y rara vez la regañaba. Su esposo estaba furioso, y ella no podía verlo ser así con Jocelyn.
“Bernie, ¿por qué estás enojado con Jocelyn?”, cuestionó entre lágrimas. “Janet también es hija de la familia Lind, ella también puede casarse con un Lester”.
Bernie y Fiona no tuvieron hijos durante los primeros años después de casarse, y debido a la presión de los mayores de la familia Lind, tuvieron que adoptar a Janet. Años más tarde, Fiona por fin quedó embarazada y dio a luz a Jocelyn.
Todo el asunto solo hizo que Fiona odiara a Janet aún más, pues su existencia no era más que una prueba de su infertilidad del pasado. El tan solo ver a su hija adoptiva la irritaba.
Después de haber dado a luz a Jocelyn, ella claramente se volvió parcial hacia su hija y despreció a Janet.
Con el paso del tiempo, Janet creció y se convirtió en una mujer mejor que su hija en todos los aspectos. Eso pareció intensificar aún más el odio de Fiona por ella.
Las palabras de la señora enfurecieron a Janet. “Ya habían accedido a que fuese Jocelyn quien se casara con un Lester, no yo”, rugió. “¿Por qué ahora quieres obligarme a mí a ocupar su lugar solo porque tu dulce hija se ha estado tirando a alguien que no es su prometido?”.
“Te hemos criado todos estos años, y es hora de que pagues nuestra amabilidad, Janet”, le dijo Fiona en voz baja y con un brillo de astucia en sus ojos. “¿No quieres que esa sirvienta se pueda hacer la cirugía? Nosotros pagaremos los gastos médicos siempre y cuando te cases tú en lugar de Jocelyn”.
Una sonrisa complaciente apareció en el rostro de Jocelyn ante las palabras de su madre, y pensó que Janet y el hijo ilegítimo de la familia Lester serían perfectos el uno para el otro.
Janet apretó los dientes, porque las palabras de Fiona la enfurecieron mucho. Sin embargo, el consejo del doctor llegó a su mente. A Hannah no le quedaba mucho tiempo.
Dado que Janet acababa de graduarse, no podía pagar el tratamiento.
Si bien Bernie y Fiona habían adoptado a Janet, la verdad era que nunca se preocuparon por ella. Hannah, la empleada doméstica de la familia Lind, fue quien crio a Janet, y de hecho era como la abuela que ella nunca tuvo; Janet no podía dejarla sola.
Al darse cuenta de su vacilación, Fiona se le acercó. “Algún día tendrás que casarte con alguien. ¿Por qué no nos ayudas haciéndolo con el hijo de la familia Lester? Te daré el dinero tan pronto como estés unida legalmente a él”.
Las piernas de Janet temblaron un poco mientras todos en la habitación la miraban, y es que ella necesitaba dinero para pagar los gastos médicos de Hannah.
En ese punto, dejó salir sus lágrimas por fin, y bajando la cabeza, respondió en voz baja: “Está bien, lo haré”.